lunes, 21 de mayo de 2012

Del Reunionismo al Relacionamiento

















Del Reunionismo al Relacionamiento

Ivan Baker, 

20 de mayo de 1980

Los métodos de trabajo que veníamos usando en la obra del Señor siempre produjeron frutos
pocos y débiles en su mayoría. Los métodos que desarrollábamos para la evangelización
edificación y conservación de los frutos, aunque hayan producido algunos frutos, observamos
que no eran los más correctos, ni los más bíblicos. Si observáramos bien, la finalidad de todas
las campañas, es que las personas asistan las reuniones. Para la edificación de ellas contamos
con: La escuela dominical y la predicación del pastor; y en esto descansa toda la edificación de
ellas. Los puntos debiles son:
 El trabajo es demasiado impersonal;
 Depende de hombres muy hábiles;
 Es poco eficaz en la formación de nuevos líderes;
 No promueve la participación de todo el cuerpo de Cristo.
Notamos que los apóstoles, sin campañas de evangelización programadas, sin construir
templos, sin crear seminarios, obtenían resultados mucho mejores que los nuestros tanto en
calidad cuanto en cantidad. No existía la prensa, no podían repartir biblias, no habían medios
masivos de comunicación, no tenían vehículos, grabadores, no contaban con una misión etc.
Ellos debían formar en cada miembro un sacerdote capaz de realizar su ministerio. Cada
discípulo debía ocuparse de cada nuevo hijo de Dios. Debía llevar sus cargas, llorar con ellos,
reír con ellos, asumir autoridad, velar y enseñar sobre todas las áreas de la vida, tales como,
familia, trabajo, sexo, carácter, negocios, estudios, oración, testimonio, etc.
Hacer discípulos, Significa formarlos, guiarlos a la madurez y comisionarlos para que ellos
hagan lo mismo con otros. Reconozco que es más fácil hacer 100 reuniones que formar un
discípulo. Esto no significa que no hacemos más reuniones, pero implica concentrarnos en la
tarea más importante y en el fin de toda nuestra obra: que cada miembro de la iglesia sea
formado a la imagen de Cristo. En cuanto a la Iglesia primitiva debemos preguntarnos:. ¿Qué
secreto tenían para alcanzar semejante éxito? ¿Cuál era su forma o modo de trabajar?
Debemos volver nuestro origen, debemos dejar nuestros métodos y volver a práctica
apostólica. ¡Me Gustaría que la obra fuera atrasada en 2000 años!
Del reunionismo al discipulado
El Señor no dijo: “Id y haced reuniones en todas las naciones”, pero sí “haced discípulos en
todas las naciones”. En nuestra antigua manera de obrar teníamos todo tipo de reunión, de
evangelismo, de oración, de estudio bíblico, de escuela dominical, de señoras, de señores, de
jóvenes, de adolescentes, de comisiones, etc. Pero no teníamos discípulos. Gastábamos
nuestra energía en un sin número de actividades y no estábamos haciendo lo esencial: formar
discípulos. Finalmente teníamos tantas reuniones que no teníamos tiempo para hacer otra
cosa. ¡Pero el cambio vino!
¡Costó muy caro, pero cambiamos!
El ministerio pastoral púlpito/congregación se modificó para un relacionamiento
discipulador/discípulo. Esto significa entender que nuestro ministerio principal consiste en
concentrarnos en pocos (Jesús tenía doce). Los conocemos, los amamos, les damos nuestra
vida, nuestro hogar, pasamos mucho tiempo con ellos, les somos de ejemplo, los bendecimos
los corregimos, los instruimos, compartimos sus cargas. Cuánto menor el numero, mayor la
bendición.
En el primer siglo no hacía falta ser un gran orador para ser pastor. La oratoria no era esencial,
tanto que alguien que no tuviese grandes habilidades verbales podía ser un instrumento muy
útil en pastorear la iglesia.
Observación: el ministerio no se desarrolla a través de reuniones, pero sí de relacionamientos.
Jesús nunca fue hombre de púlpito, era hombre de relacionamientos, de convivencia (Mc
3.14).
La iglesia es formada por discípulos
Quiero insistir sobre el Evangelio que predicamos, pues es él que irá a producir la clase de
discípulos que queremos, o sea frutos permanentes. La puerta debe ser estrecha, pues quién
entra no querrá salir por los fondos.
Discípulos son aquellos que aman a Cristo por encima de cualquier cosa, son mansos y dóciles
a la enseñanza de la palabra. No son como cabritos, pero sí como ovejas. Es gente que
fructifica, no es gente que se sienta en los bancos para oír buenos mensajes. Jesús nunca
apuntó las señales de poder y maravillas como característica de sus discípulos, pero sí el amor.
Hay diferencia entre señal acompañante y evidencia que caracteriza. Aunque Jesús haya dicho
que las señales acompañan los que creen en él, no dijo que la característica de un discípulo es
que sea acompañado por señales, esto porque él sabía que estas señales de poder también
seguiría los que no eran sus discípulos (Mt 7.22-23; 1 Tes 2.9). Quiero que el poder carismático
acompañe mi ministerio, pero esto nunca será para mí, una evidencia que me caracteriza
como discípulo de Cristo. Solamente el amor es una característica definitiva. El diablo puede
imitar las señales y prodigios, el esfuerzo y la dedicación, lo celo y muchas otras cosas. Sólo no
puede imitar el amor. El discipulado está basado en esto.
20 de mayo de 1980


jueves, 17 de mayo de 2012

Divorcio y Nuevo Matrimonio







Divorcio y Nuevo Matrimonio 





varios escrito para leer y reflexionar


audio  

DIVÓRCIO E NOVO CASAMENTO

Palavra ministrada por Marcos Moraes à um grupo de Irmãos em Salvador, no ano de 2008.
Marcos aborda o assunto ‘casamento’, trazendo clareza sobre a vontade de Deus. 




ENLACES 


DIVORCIO Y NUEVO MATRIMONIO
por Jorge Himitian



DIVORCIO Y NUEVO MATRIMONIO

por Jorge Himitian

¿Le está permitido al hombre o a la mujer divorciarse y contraer un nuevo matrimonio?

¿Aprueba Dios que alguien se case con una persona divorciada?

Para tratar este delicado y controvertido tema, creo necesario seguir un cierto orden metodológico:

Primero, analizar los pasajes que más clara y directamente tratan el asunto y luego, estudiar aquellos
más difíciles de comprender a la luz de éstos. La revelación en el Antiguo Testamento aparece gradual y
progresiva hasta llegar a Cristo, quien es la revelación de Dios para todos los hombres de todos los
tiempos. Por eso, estimo mejor abordar primero los pasajes del Nuevo Testamento. Creo que lo más
correcto es empezar por las palabras de Jesús registradas en los evangelios, para luego considerar los
pasajes del Antiguo Testamento a la luz de ellas.

Segundo, enfocar primero la regla general sobre el tema y luego abordar las excepciones. Si tratáramos
los casos de excepción sin primero haber establecido la regla, terminaríamos haciendo de la excepción
la regla, desvirtuando así la enseñanza del Señor.
Tercero, resolver primero el aspecto bíblico del tema y después el pastoral. Es decir, que el tratamiento
pastoral de los casos particulares constituye la segunda instancia. Si consideramos los casos sin tener
definido el enfoque bíblico, corremos el riesgo de emitir nuestros propios juicios basados en
razonamientos o sentimientos humanos y no en la Palabra de Dios.

LO QUE DIJO JESÚS SOBRE EL TEMA

Para seguir el orden propuesto, consideremos primero las declaraciones de Jesús sobre el divorcio y el
"recasamiento", las que sin dudas resultan claras, completas y terminantes. Trataremos primero la regla
general y luego la única excepción señalada por Jesús y por Moisés.
En los evangelios se citan cuatro veces las palabras de Jesús sobre el particular:
"Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer
repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Mr. 10.11-12).
"Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del
marido, adultera" (Lc. 16.18).
"El que repudie a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa
con la repudiada, comete adulterio" (Mt. 5.32),
"Cualquiera que repudie a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el
que se casa con la repudiada, adultera" (Mt. 19.9).
Como se puede observar, Jesucristo establece sobre esta delicada cuestión una recta general y una
cláusula de excepción. La excepción a la regla es: "a no ser por causa de fornicación" o "salvo por causa
de fornicación".
Cabe destacar que ni Marcos ni Lucas incluyen la cláusula de excepción; sólo lo hace Mateo en los dos
textos citados. (El hecho de que Mateo sea el único en incluir la cláusula de excepción, a mi juicio tiene
una razón de ser que más adelante mencionaré).
2

LA REGLA GENERAL

Como ya señalé anteriormente, lo primero que debemos tener en claro es la regla general establecida
por el Señor. Luego abordaremos la cláusula de excepción.
Resulta obvio que la regla general abarca los casos de aquellas personas que se divorcian y se casan de
nuevo sin que exista la causa de 'fornicación", aquellos que lo hacen porque sencillamente ya no se
quieren más, o no se llevan bien, o por otras razones no comprendidas en la cláusula de excepción.
Analicemos algunas posibilidades:
Caso l: ¿ Le permite Dios a un hombre divorciarse de su esposa y casarse con otra
mujer? ¿O a una mujer divorciarse de su marido y casarse con otro hombre?
Respuesta: (No estoy interponiendo ninguna explicación o interpretación humana, sólo me limito a
transcribir la clara y terminante respuesta de Jesús); "Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con
otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete
adulterio" (Mr. 10:11-12).

Caso 2: ¿Le está permitido a una mujer que ha sido repudiada casarse con otro? (Cabe la misma
pregunta en el caso de un hombre repudiado por su mujer).
Respuesta: "El que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el
que se casa con la repudiada adultera" (Mt. 5:32). 0 como dice la Biblia de Jerusalén, "la expone a
cometer adulterio".

Caso 3: ¿Permite el Señor que alguien se case con una persona divorciada?
Respuesta: "y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mt 5.32; 19.9; Lc. 16.18).
Caso 4: Ya hemos visto que si un hombre se divorcia de su mujer y se casa con otra, adultera. Pero, ¿su
adulterio libera a su primera mujer para casarse con otro?
Respuesta: "Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la
repudiada del marido adultera" (Lc. 16.18).

¿Cuál es la condición espiritual de estas personas delante de Dios?

Según las declaraciones de Jesús, los que se divorcian v se casan de nuevo, o los que se casan con
personas divorciadas, están en adulterio. Todos los textos lo reiteran de un modo claro y terminante.

Lo grave de esta condición es que mientras las personas continúen con esa relación ilícita siguen
estando en adulterio. Jesús, cuando se encontró con la mujer samaritana que estaba en esta situación,
le dijo: "Cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido" (Jn. 4.17-18).

JESÚS INTERPELADO POR LOS FARISEOS

Mateo 19.3-12

La pregunta de los fariseos. Los fariseos fueron a Jesús con la siguiente pregunta:

¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?"'

Mateo, al igual que Marcos, aclara que la intención de los fariseos era tentar a Jesús. Querían
sorprender a Jesús en alguna contradicción con Moisés, a fin de desacreditarlo como enviado de Dios.
Pero Jesús nunca contradijo a Moisés. Él declaró: "No he venido para abrogar (la ley) sino para
cumplir" (Mt. 5.17-19). Moisés no habló por su propia cuenta, sino de parte de Dios, lo mismo que
Jesús. En lo referente a la ley moral, Jesús y Moisés coincidieron en todo. Jesús no exigió una justicia
mayor que la de Moisés, sino mayor que la de los escribas v fariseos, quienes hacían una aplicación
tendenciosa y errónea de la ley.

La respuesta de Jesús

Ante esta pregunta de los fariseos, la respuesta de Jesús fue un rotundo "no'. Y fundamentó su "no"
citando justamente a Moisés en el texto de Génesis 2.24. Se trata de la ley fundacional establecida por
Dios al instituir el matrimonio: "Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los
dos serán una sola carne". Y Jesús lo reforzó añadiendo: "Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto lo que Dios unió, no lo separe el hombre".
3
(Resulta interesante que Marcos
en su evangelio, al relatar el
mismo episodio, dice que los
fariseos le preguntaron “ si era
lícito al marido repudiar a su
mujer", sin agregar "por
cualquier causa”; y la respuesta
de Jesús en ambos casos fue la
misma).
El contraataque de los fariseos
Ante la respuesta negativa de
Jesús, los fariseos creyeron haber
descubierto finalmente a Jesús
contradiciendo a Moisés; Preguntaron: "¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y
repudiarla?'. Como diciendo ¿cómo es que tú dices que no cuando Moisés dice que sí?
Jesús no ignoraba la única excepción que la ley hacía en cuanto al divorcio, según Deuteronomio 24.1-4.
Pero los fariseos, escudándose en esa excepción, (texto que luego analizaremos), habían convertido la
práctica del divorcio en una alternativa válida y permitida por Dios, y la excepción se había constituido
casi en una regla general, tal como sucede también en nuestros días,
Jesús les señaló a los fariseos la razón de la excepción: "Por la dureza de vuestro corazón Moisés os
permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así".
El único caso de divorcio permitido en el Antiguo Testamento

¿En qué caso Moisés permitió el divorcio?

La respuesta está en Deuteronomio 24.1-4. El primer versículo dice: "Cuando alguno tomare mujer y se
casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de
repudio...".

Este texto señala dos cosas. La primera es el tiempo. El momento en el que se puede producir el
divorcio es apenas se ha consumado el matrimonio. : "Cuando alguno tomare mujer y se casare con
ella”. La segunda tiene que ver con las condiciones en las que este divorcio se permite: "Si no le
agradare por haber hallado en ella algo indecente". Como esta expresión no resultaba muy explícita,
había dado lugar a diferentes interpretaciones entre los judíos. En los días de Jesús, los más liberales, de
la escuela del rabino Hillel, sostenían que el hombre podía repudiar a su mujer por cualquier causa.
Otros seguían la interpretación del rabino Sammai, quien afirmaba que "alguna cosa indecente" se
refería al adulterio.

Los versículos 2 al 4 de Deuteronomio 24 señalan varias cosas:

* Que la ruptura o el divorcio debía hacerse formalmente, por escrito, y era de carácter definitivo.

* Que en este único caso, los divorciados quedaban libres para casarse con otra persona
Prácticamente constituía una anulación del matrimonio recién contraído.

* Que el primer marido no podía volver a tomar a la mujer que había repudiado si es que ella habla
tenido otro marido después.

La dificultad principal de este pasaje radica en el versículo 1, por su aparente falta de claridad.
Ante esto, Jesús (que nunca cayó en contradicciones con Moisés) dio la correcta interpretación, al
declarar: "Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa
con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera" (Mt. 19.9).

La cláusula de excepción

¿Qué significa "salvo por causa de fornicación?” La clave para interpretar bien estas palabras de Jesús
es conocer el significado de la palabra 'fornicación" específicamente en este pasaje. Nos equivocaríamos
si aplicáramos a este texto los diferentes significados que tiene la palabra "fornicación" en toda la Biblia,
pues es bien sabido que en las Escrituras una misma palabra puede tener diferentes sentidos.

Veamos algunos ejemplos.

Según las declaraciones de
Jesús, los que se
divorcian y se casan
de nuevo, o los que se casan
con personas divorciadas, están en
adulterio. Todos los textos lo reiteran de
un modo claro y
terminante.
4
La palabra "mundo" (en griego: "cosmos"), tiene en las Escrituras distintos significados: en Efesios 1.4, es
sinónimo de "universo"; en Salmos 24.1, de "planeta tierra"; en Juan 3.16, de "toda la humanidad"; y en
1 Juan 2.15 ("no améis al mundo") se refiere al sistema de sociedad actual, rebelde y enemiga de Dios.
Sería un error de interpretación hacer una suma total de los diferentes significados y aplicarlo a cada
versículo de la Biblia donde aparece el término "mundo".
Lo mismo sucede con la palabra "carne" ("sarx", en
griego). A veces significa la carne física, el cuerpo; otras
veces, la humanidad; en otras, la fragilidad humana; y en
otras ocasiones se refiere a nuestra naturaleza
pecaminosa. Del mismo modo, la palabra "fornicación"
(en griego: "porneia") tiene en la Biblia por lo menos
cinco significados diferentes:
*Fornicación: Relación sexual entre solteros (por ej.:
1º Cor. 7.2; Dt. 22.21; Lv. 19.29; 1º Ts. 4.3-4).
*Fornicación: Unión ilícita, prohibida por la ley de
Dios (1º Co. 5.1; ver Dt. 22.30; Lv. 18.8; Dt. 27.20).
*Fornicación: Todo tipo de pecado sexual incluido el
adulterio (1º Co. 6.13-18; Nm. 25.1).
*Fornicación: Prostitución y comercio sexual de
remeras. La palabra "ramera' en griego es "porne", tiene
la misma raíz (Le. 15.30; 1º Co. 6.16).
*Fornicación: Infidelidad espiritual, idolatría. (Jer. 3.6; Ez 23; Ap 17.1-2).
Resulta claro que no se le puede dar a la palabra "fornicación" la suma de todos los significados.
Ahora bien, quién es la autoridad que determina cuál es el significado de la palabra "fornicación" en
cada caso, o por lo menos en la cláusula de excepción que estamos considerando. La interpretación
correcta está dada por el sentido lógico del mismo texto, del contexto y del resto de las Escrituras.
Cristo afirma en Lucas 16.18 que "todo aquel que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera; y el
que se casa con la repudiada del marido, adultera". Observemos que el adulterio cometido por el
hombre no libera a su esposa inocente para poder casarse con otro.

El mismo texto de Mateo 19.9, si lo leemos con cuidado, nos impide darle a la palabra "fornicación" en
este pasaje el significado de adulterio, pues aunque el marido haya cometido adulterio al divorciarse y
casarse con otra mujer, Cristo nos advierte que la mujer repudiada e inocente adultera si se casa con
otro.

Por lo tanto, no se puede considerar el adulterio como causal de divorcio con la posibilidad de contraer
un nuevo matrimonio.

Según el sentido del texto, y de otros textos comparativos, la palabra "fornicación" en Mateo 19.9 y
5.32, no tiene el significado de adulterio. Los dos sentidos posibles son: Haber tenido relaciones
sexuales siendo soltero/a, o estar en una unión ilícita, la que debe ser disuelta.
Es también importante notar que Jesús nunca dijo: "Salvo por causa de adulterio" (en griego:
"moicheia"). Siempre dijo: "Salvo por causa de fornicación" (en griego: "porneia"). Y cuando una
persona divorciada se casa con otra nunca dice que comete "porneia" sino "moicheia". "Cualquiera que
repudie a su mujer, salvo por causa de “porneia” (fornicación), y se casa con otra “moicheia”
(adultera)”; y el que se casa con la repudiada, moicheia (adultera)" (Mt. 19.9).
Las mismas declaraciones de Jesús impiden darle a la palabra "porneia" en Mateo 5.32 el significado de
adulterio.
Esto explicaría lo dicho por Moisés: "Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le
agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio...... El hombre
al casarse, ¿qué puede encontrar en la mujer que sea indecente? El sentido más probable es que
encuentre que su mujer no es virgen. Cuando aparecía este tipo de situación al casarse existían, según
la ley, dos procedimientos a seguir: Si había en la pareja litigio, el marido podía encarar un JUICIO
PUBLICO. Si la cosa fuera sin litigio, y él no la quisiera como esposa, debería redactar una CARTA DE
REPUDIO y despedirla definitivamente.

¿Que significa “salvo
por causa de
fornicación?” La clave
para interpretar bien
estas palabras de
Jesús es conocer el
significado de la
palabra “fornicación”
específicamente en
pasaje.
5
Deuteronomio 22.13-21 explica el procedimiento a seguir en caso de litigio entre el marido y la mujer y
que requiriera para su resolución un juicio oficial. Si se comprobaba la inocencia de la mujer y su
virginidad, él debía pagar una multa al padre de ella "y la tendrá por mujer, y no podrá despedirla en
todos sus días" (v. 19). Pero si se demostraba que ella no era virgen al momento de casarse, debía ser
apedreada y muerta (V. 20-21).
Deuteronomio 24.1-4 señala el otro procedimiento a seguir cuando surgía el problema. Si el marido
quería anular el reciente casamiento "por haber hallado en ella algo indecente", indecencia que ella no
negaba, redactaba una carta de divorcio, se la entregaba y ambos quedaban libres.
Cristo se refiere a estos casos al decir: "Salvo por cansa de
fornicación". Es decir, sólo en estas circunstancias si el hombre
se divorcia y se casa de nuevo no comete adulterio, y si la mujer
repudiada se casa con otro no adultera (tampoco el que se case
con ella).

Por supuesto, el marido tiene otra posibilidad: perdonarla y
recibirla como su esposa.
De modo que la enseñanza de Moisés y la de Cristo coinciden.
Cristo no contradice a Moisés sino lo ratifica y lo esclarece.

¿Por qué Mateo es el único que incluye la cláusula de
excepción?

Según mi parecer, como Mateo escribe su evangelio para los judíos, toma el cuidado de mencionar la
excepción para que no aparezca que hubiera una contradicción entre Moisés y Jesús. La cláusula de
excepción en realidad tiene una utilidad práctica muy remota.
¿Cuál era la intención de la ley en Deuteronomio 22.13-21 y 24.1-4?
*"Advertir a todas las niñas y doncellas de Israel que mantuvieran su virginidad hasta el día de su
casamiento.
*"Que si alguna doncella hubiera pecado y perdido su virginidad, sabiendo los riesgos que corría,
confesara antes de casarse su verdadero estado a su pretendiente (lo mismo debería hacer el varón).
*“Que en caso de que la mujer estuviera en falta y él no la quisiera como esposa, tuvieran una opción
pacífica para resolver el conflicto sin necesidad de recurrir al juicio público y la consecuente pena de
muerte.
*“Proteger a la mujer repudiada para que el hombre que la había repudiado no tuviera de allí en más
ninguna facultad sobre ella.
* Dejarlos libres a ambos para contraer nuevo matrimonio, pues prácticamente se trataba de una
anulación del casamiento recién realizado.

LAS INSTRUCCIONES DEL APÓSTOL PABLO

1º Corintios 7:
Este es el pasaje más extenso y quizás el único de las epístolas que aborda esta cuestión.
Por lo que dice el versículo 1, Pablo está respondiendo a una serie de cuestiones que le habían
planteado los hermanos de Corinto.
Se trata de una de las pocas ocasiones en las que Pablo distingue con claridad lo que dice el Señor y su
parecer personal.
Encuadrado dentro de ese consejo personal, Pablo recomienda a los solteros, las doncellas y los viudos
que, si tienen el don de continencia, sigan su ejemplo de mantenerse célibes, porque "el tiempo es
corto", y para dedicarse más al Señor. Pero les hace ver muy claro actúe si se casan "no peca"; si se
casan "hacen bien" y si no se casan "hacen mejor". Pero en ningún lugar les dice a los divorciados que
si se casan no pecan.
En los versículos 10 y 11 habla de la situación de los casados: "Pero a los que están unidos en
matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: que la mujer no se separe del marido; y si se separa,
quédese sin casar o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer".
Observemos que el
adulterio cometido
por el hombre no
libera a su esposa
inocente para poder
casarse con otro.
6
El Señor dice claramente que no se separe". Pero si la separación de todos modos se produjera, ya sea
por desobediencia al Señor, o porque la convivencia se ha vuelto insostenible, o porque el cónyuge
incrédulo decide separarse o divorciarse; las alternativas son dos: "Quédese sin casar o reconcíliese con
su marido".
La separación es un primer mal (al cual a veces hay que resignarse). Contraer un nuevo matrimonio
constituiría un segundo error, mucho más grave que el primero, pues sería, según las palabras de Jesús,
cometer adulterio. Por eso Pablo enfatiza: "Mando, no yo, sino el Señor".
En los versículos 12 al 16, el apóstol aborda una situación puntual: el caso de un matrimonio en el que
uno de los dos se convierte y el otro no. Leyendo cuidadosamente estos versículos, notamos lo
síguiente:
*El cónyuge creyente no debe abandonar al no creyente.
*Si el cónyuge no creyente se separa, el creyente debe aceptar con paz esta situación.
*En ningún lugar de este capítulo dice que el creyente abandonado por su cónyuge infiel puede volver a
casarse.
Los que ven en el versículo 15 una
libertad para casarse con otro, están
sacando el texto fuera del contexto. En
los versículos 10 y 11, Pablo deja bien
establecido que si se produce la
separación, se debe quedar sin casar.
Aquellos que argumentan que la
palabra "chorizo" significa "separación
por divorcio vincular", se equivocan
pues el mismo verbo "chorizo' aparece
en los versículos 10 y 11 del mismo
capítulo, donde se señala claramente
que ninguno de los dos tiene libertad
de casarse de nuevo. Además, el
mismo término se usa en Hechos 1.4 y
18.1. Fácilmente se aprecia que no se
refiere a un divorcio vincular sino simplemente a una "separación", y a veces a una separación temporal
como en el caso de Onésimo y Filemón (Flm. 15). De modo que a la luz de las declaraciones de Cristo, y
de lo escrito por Pablo en 1º Corintios 7.10 y 11, el versículo 15 se debe interpretar sencillamente como
que una mujer creyente, abandonada por su marido incrédulo, no está obligada a seguir siendo su
esposa, puede quedarse sola y en paz. Pero el texto no dice que está libre para casarse con otro varón.
Los que tal cosa afirman, simplemente lo hacen por una deducción.
El único caso en donde Pablo explícitamente dice que la mujer está libre para contraer nuevo
matrimonio es en el caso en que enviude: "la mujer casada está ligada por la ley mientras su marido
vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor" (1º
Co. 7.39).
Aunque Pablo en Romanos 7 está hablando sobre otro tema, está señalando el mismo principio en los
versículos 2 y 3: "Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive, pero si el
marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro
varón, será llamada adultera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se
uniere a otro marido, no será adultera ".
Pablo dice aquí exactamente lo mismo que Jesús. Es que no podría ser de otro modo.
La mujer casada, si en vida del marido, se casa con otro hombre será llamada "adúltera".
Tanto para Jesús como para Pablo, la segunda unión es adulterio.

DIOS ABORRECE EL DIVORCIO

En el último libro del Antiguo Testamento, Dios, a través del profeta Malaquías, habla muy airado contra
los sacerdotes de lsrael. En su enérgica protesta les dice: “Maldeciré vuestras bendiciones, y aún los he
maldecido...” (Mal.2.2) ¿Por qué? En el capítulo 2 de Malaquías, Dios les señala concretamente tres
El Señor dice claramente
“que no se separe”. Pero si la
separación de todos modos se
produjera, ya sea por desobediencia
al Señor, o porque la convivencia
se ha vuelto insostenible, o
porque el cónyuge incrédulo
decide separarse o divorciarse;
las alternativas son dos: “Quédese
sin casar o reconcíliese
con su marido”.
7
pecados: El hacer acepción de personas (V. 9-10); el profanar el santuario casándose con mujeres
paganas (V. 11-12); y el divorciarse de sus esposas (V. 13-16). Este pasaje es tremendo:
"El Señor es testigo de que tú has faltado a la promesa que le hiciste a la mujer con quien te casaste
cuando eras joven. ¡Era tu compañera y tú le prometiste fidelidad! El Señor, Dios de Israel, el
Todopoderoso, dice: ¡ Cuiden pues, de su propio espíritu, y no sean infieles; pues yo aborrezco al que se
divorcia de su esposa y se mancha cometiendo esa maldad!" (V. D.H.H.).
Dios aborrece al que se divorcia de su esposa, porque falta a su compromiso, al pacto que hizo al
casarse con ella.
Sencillamente, Dios aborrece todo tipo de divorcio, y tolera únicamente la excepción señalada por él.

LO MINIMO Y LO IDEAL

Algunos sostienen que lo ideal es no divorciarse y vivir toda la vida con el mismo cónyuge, pero dada la
realidad del pecado y la complejidad de los seres humanos, debemos ser más flexibles y admitir el
divorcio y la posibilidad de que la gente pueda rehacer su vida contrayendo un nuevo matrimonio.
Yo pregunto: "¿Quién es el que manda, nosotros o el Señor?". "¿Cuál es la palabra que define, la
nuestra o la de él?".
Si para Cristo el divorciarse y casarse de nuevo es adulterio, pregunto: "¿El no cometer adulterio es lo
ideal o lo mínimo que Dios exige?".
¿No dice la Palabra de Dios que los adúlteros no heredarán el reino de Dios? (1º Co. 6.9-10).
Lo ideal es que el marido ame siempre a su esposa
como Cristo amó a la iglesia.
Lo ideal es que la mujer siempre, con un espíritu afable
y apacible, respete a su marido y se sujete a él.
Lo mínimo que Dios exige es que seamos fieles a
nuestro pacto matrimonial y que no cometamos
adulterio abandonando a nuestro cónyuge y
contrayendo un nuevo matrimonio.

RESUMIENDO

Divorciarse y casarse de nuevo es cometer adulterio.
Casarse con una persona divorciada es cometer
adulterio.
El repudiar al cónyuge es exponerlo al adulterio.
El adulterio de uno de los dos, no libera al cónyuge inocente para casarse con otro.
Si un matrimonio se separa, ambos tienen sólo dos alternativas: quedarse sin casar o reconciliarse.
En un matrimonio mixto, el cónyuge creyente no debe tomar la iniciativa de la separación.
La única excepción permitida de divorcio con la posibilidad de contraer nuevo matrimonio es cuando al
casarse se descubre que ha habido inmoralidad sexual; y esta permisión es por causa de la dureza del
corazón.
El hecho de que las leyes de un país permitan el divorcio vincular no modifica en nada la situación de los
cristianos, pues nosotros estamos bajo el gobierno de Dios y de sus leyes que permanecen para siempre.
(Para un estudio más amplio sobre este tema, recomiendo el libro:
"Hasta que la muerte los separe", por Keith Bentson, de Editorial Logos).
Pablo dice aquí
exactamente lo mismo
que Jesús. Es que no
podría ser de otro modo.
La mujer casada, si en
vida del marido, se
casa con otro hombre
será llamada “adúltera”.

EXTRAÍDO EN ENLACE :




UNA OPTICA ACERCA DEL DIVORCIO Y EL RECASAMIENTOAUTOR: Oscar Marcellino



1
UNA OPTICA ACERCA DEL DIVORCIO Y EL RECASAMIENTO

AUTOR: Oscar Marcellino

INTRODUCCIÓN;

En este tema es muy difícil esbozar argumentos que en 2000 años de historia no se hallan
esgrimido; intento en estas breves reflexiones explorar algunos caminos no tan transitados, con la
intención de afianzar nuestra convicción acerca de la indisolubilidad del matrimonio. Parto del
presupuesto que Dios nos reveló hace treinta años una visión del Fundamento Apostólico, que
otorgó a nuestro movimiento un sentido profético y restaurador de la verdad evangélica. Por
convicción creo que tal visión no debe ser modificada en ninguno de sus puntos; el orden de Dios
para la familia y la indisolubilidad del pacto matrimonial son pilares donde descansa el concepto del
Evangelio del Reino y de la estructura de la iglesia, sobre todo, cuando entendemos el significado
espiritual revelado por Pablo en la epístola a los Efesios: “El matrimonio representa la unión mística
de Cristo con la iglesia”.
Consideraré aspectos hermenéuticos referidos a la cláusula de excepción y al significado de
Porneia. Presentaré una posible exégesis de Mateo 19: 6 y finalmente voy a referirme al significado
místico del matrimonio.

SIGNIFICADO DE PALABRAS INDIVIDUALES

Muchas de las tesis divorcistas se apoyan en la interpretación de la palabra Porneia,
considerándola etimológicamente y con escaso sustento en el marco contextual. Se hace necesario
por esto mismo, reflexionar sobre la peligrosidad de elaborar argumentos y doctrinas; solo en base
a una palabra. Para ilustrarlo hago referencia a algunos principios de Hermenéutica .
Tomás de la Fuente afirma en su libro “Claves de interpretación bíblica”, al referirse al
significado de palabras individuales, los siguientes principios:
a) Las palabras no siempre se traducen fácilmente de un idioma al otro. Lo que permite que las
palabras se traduzcan no es que tengan equivalencias exactas, sino que cada palabra tenga su
área de significado. Por esto, las palabras usadas en alguna traducción de la Biblia en cualquier
idioma, no representan necesariamente el sentido exacto de las palabras del texto original. .
Tampoco siempre incluyen todo lo que las palabras del texto bíblico significaban en el idioma
original. Algunas personas han dicho que sin un conocimiento amplio de los idiomas bíblicos,
nadie debe considerarse intérprete de la Biblia. Aunque esta afirmación es claramente una
exageración, encierra una verdad importante: ”Que es preciso entender el significado de las
palabras originales”
b) Hemos señalado el valor de conocer la composición de las palabras originales; es decir su
etimología. Pero no debemos interpretar las palabras usando solo su etimología, porque tiene
sus peligros. Mickelsen nos recuerda que el significado de las palabras cambia muchas veces, y
ya no es el mismo que tenía originalmente. No es posible afirmar que el significado de las
palabras usadas en los textos bíblicos sea el mismo que indica su etimología
c) Hay palabras que, en su traducción, carecen del sentido vivo que tienen en el idioma original.
Esto sucede porque las ideas asociadas con ellas entre los antiguos no nos llegan trasmitidas
con una simple traducción.
2
d) En la investigación del sentido original de las palabras, debemos notar que algunas eran usadas
en un sentido limitado o especial, según la región o la época de la historia. Este sentido especial
se llama el uso local; o según los gramáticos, el usus loquendi. Es preciso investigar hasta que
punto el uso local afectaba las palabras griegas, así como las palabras usadas en la traducción.
Esto se hace estudiando los pasajes donde estas palabras se emplean. A veces una misma
palabra tiene varios significados, y el sentido se debe determinar examinando el contexto.
Aun así, no es siempre claro en cuál de varios sentidos el autor la ha usado.
a) Algunas palabras tienen algún uso especial en la Biblia. Su significado debe ser averiguado por
el estudio de los varios lugares donde se encuentran.. Una misma palabra tendrá varios
significados, según el escritor la usó en un determinado texto. No siempre será claro en cuál
sentido lo usó el escritor
b) El intérprete debe acostumbrarse a investigar siempre el sentido de las palabras en los textos
que interpreta.
E.P. Barrows D.T. en su libro: “ Normas de interpretación bíblica”, en el capítulo sobre principios
generales hace la siguiente referencia referida al griego del Nuevo Testamento:
El estilo del Nuevo Testamento no es ni clásico ni bárbaro; sus características se ajustan
estrictamente a la historia de su origen. Su base no es el griego de Platón o Jenofonte, sino el
dialecto común llamado Helenista, que nació en la época de Alejandro Magno. En el uso judaico
este dialecto griego recibió un colorido hebreo.
Los escritores apostólicos hicieron que el idioma griego expresara ideas completamente
extrañas a la concepción de los autores paganos más cultos; ideas que solo eran parcialmente
conocidas de las religiones hebrea y cristiana, y que en parte eran peculiares al cristianismo.
Semejante cosa sólo se podía realizar dando a los términos ya existentes un nuevo y más elevado
significado, por lo que estos términos adquirieron un carácter técnico que era completamente
desconocido a los autores clásicos. El uso simplemente, a menudo es insuficiente para determinar
el significado de una palabra en un pasaje particular; porque en el uso corriente puede tener dos
o tres significados . En tal caso, el intérprete debe valerse de todas las ayudas, sobre todo de la
luz que arroja sobre cualquier pasaje su contexto a fin de conocer el verdadero significado del
término que se usa.
Ya hemos dicho que en el uso que de ellas se hace en el nuevo testamento, muchas palabras
tienen una significación técnica. Y no tenemos libertad de determinar, al azar, estos significados
técnicos, o de acuerdo con opiniones preconcebidas.
En la página 23 expresa: “Interpretar sin tener en cuenta el contexto, es interpretar
descuidadamente; interpretar en contradicción con el contexto, es enseñar la falsedad”
Luis Berkhof en el libro “Principios de interpretación bíblica” afirma que en el estudio de las
palabras por separado, la cuestión más importante no es la de su significado etimológico, ni
siquiera el de los diversos significados adquiridos gradualmente. El punto esencial es su sentido
particular en relación con el pasaje en que ocurren. El intérprete debe determinar si las palabras
son usadas allí en su sentido general o particular, y si son empleadas en forma literal o figurada. El
intérprete debe proceder bajo los siguientes principios:
a) El lenguaje de la escritura debe ser interpretado según su significado gramatical. Su
proposición o declaración ha de ser determinado por las palabras que en ella se emplea.
3
b) Cada palabra solo puede tener un significado fijo, en conexión con el pasaje. Ocurre con
frecuencia que todas las significaciones que tiene una palabra abstracta le son atribuidas en
cualquier pasaje en que ocurren. Tal modo de proceder debe ser condenado como puramente
arbitrario.
Podemos dar un ejemplo con la palabra griega Sarks que puede significar:1) Como la parte sólida
del cuerpo excepto los huesos. (Lucas 24:39)-2) Toda la sustancia del cuerpo , cuando es sinónima
de soma (Efesios 2:15)-3) La naturaleza humana dominada por el pecado (Romanos 7:25)-4 ) La
naturaleza animal o sensual del hombre (Juan1:13).
Si un interprete atribuyera todos estos significados a la palabra Sarks que figura en Juan 6:53,
atribuiría con ello pecado a Cristo.
a) Las definiciones o explicaciones que los mismos autores dan a sus palabras, constituyen la
explicación más apropiada.
b) Los pasajes paralelos constituyen también una ayuda importante.
Es posible que ni la etimología de una palabra, ni la conexión en que se halla, sean suficientes
para su significado exacto; en este caso es de gran importancia estudiar los pasajes paralelos, en los
cuales la misma palabra se encuentra en una conexión semejante, o con referencia al mismo asunto
general. Cada pasaje debe, por supuesto, ser estudiado en su propia conexión. Páginas 81 a 101.
En las actuales teorías de la recepción, por ejemplo las de Jauss (Estética de la Recepción), se
habla de la participación activa del receptor en la interpretación de los textos y se concluye que hay
tantas lecturas como lectores. La vieja cuestión de a que responde un texto literario o una obra de
arte, y por qué en una determinada época fue entendido de una manera y después de otra, exige
algo más que la reconstrucción del horizonte de expectativas intra literario implicado por la obra,
necesita de una historia de la recepción, es decir, de un análisis de las expectativas, normas y
funciones extra literarias proporcionadas por el mundo real y por el receptor; su propia
cosmovisión, el mundo real, la situación en ese momento; elementos que constituyen el horizonte
de expectativas extraliterario. La conjunción de ambas expectativas conducirán a la interpretación
realizada por el participante activo. Por supuesto no será la única respuesta posible, ya que el
carácter estético de un texto, consiste en la pluralidad de interpretaciones posibles.
Concluyo diciendo que muchos de los argumentos esgrimidos para dar a la palabra Porneia el
sentido de adulterio en referencia a la cláusula de excepción, no tienen en cuenta estos
principios, por lo que a mi entender proporcionan un sustento débil a la carga de la prueba. En un
contexto plagado de preconceptos, intenciones, ideologías y presiones sociales acerca del
divorcio y el recasamiento, es casi imposible interpretar objetiva y gramaticalmente los textos
bíblicos. Señalo que percibo claramente el peligro que corremos de interpretar falsamente
debido a razones humanistas legalizando y autorizando un pecado que la escritura condena.

JESÚS NO DIJO PORNEIA

Una segunda consideración es que muchas de las interpretaciones de la cláusula de excepción
se basan en una palabra que Jesús nunca empleó. Esta afirmación puede ser probada teniendo en
cuenta la formación del Canon Bíblico y datos de la historia; hago referencia a las mismas:
4
En el comentario del Nuevo Testamento de Luis Bonnet y Alfredo Schoeder encontramos
testimonios sobre el origen del evangelio de Mateo que extractamos:
“Mateo – nos dicen los más antiguos escritores eclesiásticos – después de haber predicado el
evangelio a los hebreos y antes de dirigirse a otras naciones, escribió un evangelio para los judíos
en lengua aramea” - Tal es el testimonio de Papias (Eusebio, III 39), de Ireneo (EusebioV 8), de
Orígenes (Eusebio VI 25), y de Eusebio mismo ((Eusebio III 24).
Ireneo repite en varias ocasiones que Mateo escribió su evangelio para los hebreos y en lengua
hebrea, “a fin de probar a su pueblo que el Mesías había nacido de David”.
Orígenes dice de este libro:” El primer evangelio escrito es el evangelio según Mateo que fue
primero publicano, luego apóstol de Jesucristo; el dió este evangelio a aquellos de entre los judíos
que habían creído, componiéndolo en lengua hebrea””
En otra parte dice: “Así, por Mateo, que es el primero de todos, ha sido dado el evangelio a los
creyentes de la circuncisión”.
Eusebio refiere como un hecho universalmente admitido, que “Mateo, después de haber
predicado desde luego a los hebreos, estando a punto de irse al extranjero, dio por escrito, en la
lengua del país, el evangelio que es según él”
Jerónimo dice: “Mateo publicó en Judea un evangelio en lengua hebrea, sobre todo para
aquellos de entre los judíos que habían creído en Jesús”.
Queda, pues, comprobado por el testimonio unánime de la antigüedad cristiana que el primer
evangelio fue escrito en hebreo o en el dialecto arameo de la época.
Papías, obispo de Hierápolis en Frigia, en la primera mitad del siglo II (muerto en el año 165),
escribió un libro titulado: “Exposición de los oráculos del Señor”, para cuya composición había
recogido con cuidado todos los datos que le suministraban los hombres de su tiempo que habían
hablado con los apóstoles. En él dice de Mateo que había reunido los oráculos del Señor, y que
cada uno los interpretaba o los traducía como podía”.
Jerónimo, parece conocer el original arameo de Mateo y atestiguar por lo menos que aún existía
en su tiempo y de sus referencias se desprende que nuestro evangelio griego es la traducción
exacta, hecha por mano desconocida, de un original arameo, redactado por el apóstol Mateo.
Bonnet y Schoeder señalan que algunos críticos cuestionan estas conclusiones, pero no apoyan
tales argumentos.
Podemos concluir que el evangelio de Mateo fue escrito en arameo entre los años 42 y 50
después de Cristo y fue traducido más tarde al griego. Se ve claramente que estaba dirigido
principalmente a los judíos de Palestina por las innumerables referencias al Antiguo Testamento y a
las prácticas, costumbres, y tradiciones del país. Ello explicaría el porqué, solo Mateo contiene la
cláusula de excepción referida a los matrimonios incestuosos prohibidos por la Ley.

DATOS BIOGRÁFICOS;

Papias: (60-130 DC): Obispo de Hierápolis en Frigia. Ireneo dice que era un hombre de la época
primitiva, oyente de Juan (el apóstol) y compañero de Policarpo (70-155DC). Escribió una obra de
cinco tomos, “Explicación sobre sentencias del Señor”. Sobreviven de ella solo algunos fragmentos,
5
principalmente en Ireneo y Eusebio de Cesarea. Para componer esta obra reunió tradiciones no
escritas que consiguió de los ancianos (presbíteros), de personas asociadas con los apóstoles,
incluso Aristión y Juan el anciano en Asia y de las hijas de Felipe el apóstol o el evangelista en
Hierápolis.
Ireneo (125-200 DC): Obispo de Lyón. Probablemente oriundo de Esmirna, donde de joven
escuchó a Policarpo, estudió y enseñó probablemente en Roma antes de trasladarse a Lyón.
Pertenece casi a los “Padres Apostólicos”. Por medio de Policarpo tenía, según su opinión, contacto
con la generación apostólica y con la tradición de los Ancianos.
Orígenes(185-254 DC): Teólogo alejandrino> La mayor parte de lo que de su vida sabemos se
halla en Eusebio> Fue uno de los Padres Griegos de la Iglesia, director de la escuela catequística de
Alejandría y Cesarea, escritor de miles de obras. Se lo considera uno de los primeros críticos
textuales de la Biblia; uno de los primeros en formular una declaración sistemática de fe y uno de
los primeros comentaristas de la Biblia. Fue eficaz apologista, siendo precursor del movimiento
monástico.
Eusebio de Cesarea (265-339): Padre de la historia de la Iglesia. Nació en Palestina de familia
humilde, discípulo de Pánfilo. Fue elegido obispo de Cesarea, alrededor de 314. En el concilio de
Nicea encabezó el partido moderado, presentando el primer borrador del credo. Autor fecundo, sus
historias son muy notables. La más famosa es su Historia Eclesiástica, el único documento sobre los
primeros siglos del cristianismo.
Jerónimo (345-419 DC): Erudito y traductor de las Escrituras, autor de La Vulgata, traducción de
los idiomas originales al latín común. Fue muy versado en los idiomas de la Biblia y considerado
como uno de los doctores de la Iglesia.
Está perfectamente probado que Jesús no dijo la palabra Porneia. Ello hace necesario un
estudio profundo de su posible significado; sobre todo corriendo el peligro de hacernos cómplices
de pecados ajenos. Es imprescindible considerar la expresión aramea o hebrea que dio origen a la
traducción griega como Porneia

LA PALABRA ZENUTH

Con este cometido señalo en primer lugar, una interpretación católica de Mateo 5:32 y 19:9
que se encuentra en el Diccionario católico de información bíblica y religiosa, contenido en la
edición Barsa de la Biblia, traducida de los textos primitivos por Mons. Juan Straubinger; dice en
referencia al divorcio:
“En el Evangelio de Mateo hay dos pasajes, los cuales han causado muchas controversias acerca
de la enseñanza de Jesús sobre este punto. Ambos pasajes afirman la ley absoluta de la
indisolubilidad del matrimonio, pero al mismo tiempo agregan algunas expresiones restrictivas, así
expresadas: “salvo por causa de fornicación “. Ahora bien, estas restricciones que parecen limitar la
ley general según lo expresa el evangelio de San Mateo, no dan lugar a ninguna posibilidad para la
disolución del matrimonio válido, si se quiere entender su verdadero sentido.
El primer evangelio, originalmente escrito en arameo y luego traducido al griego, estaba dirigido
a los cristianos de habla aramea, y por lo tanto contenía algunas distinciones pertinentes a la
prohibición del divorcio formulada por Jesucristo, que pueden entenderse mejor a la luz de aquel
idioma, que fue también la lengua materna del Señor. Un ejemplo de los malos resultados que se
originan por la mala interpretación del idioma arameo puede observarse en la práctica de las
6
iglesias Anglicana y Ortodoxa que, apoyándose en estos textos, permiten el divorcio por motivo de
adulterio. De las interpretaciones católicas acerca de los pasajes de San Mateo5:32 y 19:9, la más
satisfactoria es la que propuso originalmente en el siglo pasado el exégeta F. Patrizi; recientemente
fue desarrollada por José Bonsirven a la luz de los estudios rabínicos, y fue ulteriormente aclarada
por Alberto Vaccari (1955). Según esta interpretación, en los pasajes mencionados Jesús habla del
divorcio en un sentido peculiar, pues los judíos no tenían la palabra equivalente a “separación” (la
cual no da ningún derecho a casarse). Lo que las modernas versiones traducen “adulterio” o
“fornicación”, en la terminología rabínica se indica con el término zenuth, y designa propiamente el
concubinato que deriva de un matrimonio inválido. Muchos casos de zenuth se mencionan en la
literatura rabínica, uno de los cuales es el matrimonio dentro de ciertos grados de parentescos
prohibidos por la Ley mosaica(Lev. 18:7-18). Mientras los pueblos paganos del mundo grecoromano
admitían tales uniones, entre los judíos se consideraban incestuosas. La palabra griega por
“fornicación” usada en el texto de Mateo 5:32, para traducir el término zenuth, la aplica también
San Pablo al matrimonio inválido de un cristiano corinto con la viuda de su propio padre (1 Cor.
5:1).
Otro punto importante, destacado por el padre Vaccari en la solución del problema presentado
por estos pasajes, debe tenerse en cuenta: también en arameo, así como en el hebreo del Antiguo
Testamento y en griego, no existe la palabra esposa para designar a la mujer casada, y la palabra
“mujer” indica tanto a la esposa como a cualquier mujer con la cual un hombre podría convivir (en
concubinato). Por lo tanto cuando Jesús restableció la indisolubilidad del matrimonio, agregó la
expresión restrictiva que se refería a una unión inválida, a fin de evitar toda ambigüedad para gente
vivía en esa clase de “matrimonio” y podía aprovechar de la indisolubilidad del vínculo para
continuar a vivir con esa clase de “mujer” (concubina).
Los dos párrafos mencionados, si se quiere conservar el sabor arameo del texto original, podrían
traducirse de esta manera: “Quienquiera que repudie a su mujer, si no se trata de una unión
inválida, se hace causa de que se comete adulterio con ella” (Mat. 5:32); “ Mas Yo os digo, quien
repudia a su mujer, salvo el caso de una unión inválida, y se casa con otra, comete
adulterio”(Mat.19:9).
El moderno lector de la Biblia, para quién tan exacta formulación puede parecer quisquillosa,
debe tener en cuenta que antiguamente en el Cercano Oriente se había desarrollado una forma
literaria tradicional según la cual toda ley, para que fuera observada, tenía que ser expresada. La
Ley mosaica sigue esta norma. De la misma manera, al referir las palabras de Jesús, San Mateo
adopta la misma forma que, a nosotros, tal vez parezca rara (todo el Sermón de la Montaña, Mat 5-
7, tiene muchas analogías con la Ley de la Alianza (Exo. 12-23). Así como toda ley bien elaborada
enuncia las eventuales excepciones a la norma general que promulga, igualmente el Evangelista
incluye en la Ley absoluta y universal de que ningún hombre puede divorciarse, la salvedad de un
matrimonio inválido”.
Este criterio es compartido por los traductores protestantes de La Biblia de Estudio “Dios
Habla Hoy”, que traducen Mateo 5:32 del modo siguiente:
“Pero yo les digo que si un hombre se divorcia de su esposa, a no ser en caso de una unión
ilegal, la pone en peligro de cometer adulterio. Y el que se casa con una divorciada comete
adulterio”
El pasaje de Mateo 19:9 lo traducen como sigue:
“Yo les digo que el que se divorcia de su esposa, a no ser en el caso de una unión ilegal, y se
casa con otra, comete adulterio”
7
En los comentarios pertinentes, la Biblia de Estudio dice: “Probablemente esta palabra designa,
tanto aquí como en Mateo 19: 9 y en Hechos 15: 20; 29., el caso de los matrimonios prohibidos
por la Ley: Lev. 18: 6-18; Num.25:1.
En ambos pasajes de Hechos traducen matrimonios prohibidos y comentan la probabilidad de
que estas prohibiciones se refieran a cuestiones rituales, entre ellas los matrimonios prohibidos por
la Ley de Moisés, como incestuosos.+
La palabra porneia se usa en este sentido en 1 Corintios 5:1: “de cierto se oye que hay entre
vosotros fornicación , y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno
tiene la mujer de su padre. La mayoría de los interpretes consideran que se trata del concubinato
con su madrastra. Jamieson- Fausset- Brown, en el Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia
Tomo II El Nuevo Testamento dicen que no se emplea la palabra adulterio sino porneia porque no
era un matrimonio legal sino un concubinato, porque ni en la ley romana, griega o judía hubiera
sido permitido este estado. Significado de incesto que no de adulterio; unión ilegal, concubinato
que deviene de un matrimonio prohibido por la ley
Teniendo en cuenta estos argumentos concluimos que el término Porneia se refiere al
concubinato producto de un matrimonio prohibido y que por lo tanto debe romperse. Por ello la
cláusula de excepción en lugar de autorizar el divorcio y el recasamiento, lo que hace es anular
los matrimonios prohibidos y las uniones ilegales. A mi entender procedemos de acuerdo a la
voluntad de Dios cuando denunciamos como adulterio a las uniones ilegales y esto no debe
modificarse por ninguna razón.

DEFINICIÓN BIBLICA DE LA PALABRA ADULTERIO

Debido a que en algunas argumentaciones se dan a las palabras adulterio y fornicación varios
significados y en algunos casos se confunde fornicación con adulterio, hago los siguientes
comentarios:
a) Jesús distingue como pecados diferentes la fornicación y el adulterio. Ello esta claro en la citas
de Mateo 5:32, Mateo 15:19, Mateo 19:9 y Marcos 7:21, por ejemplo en Mateo 15:19 dice:
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
b) El Nuevo Testamento distingue como pecados diferentes la fornicación y el adulterio: 1
Corintios 6:9”No erréis; ni los fornicarios, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan
con varones,”.
Como vemos en este pasaje se distingue Pornos (Fornicario) de la homosexualidad y de los que
son afeminados. Otros pasajes son Gálatas 5:19, Hebreos 13:4
a) En Romanos 7:3 esta definido el concepto bíblico de adulterio:
“Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido
muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera”.
Concluimos que no podemos dar a la palabra porneia de la cláusula de excepción todas las
significaciones abstractas que tiene la palabra. Respetando las reglas hermenéuticas de la
interpretación contextual .deberíamos considerar como adulterio principalmente el concepto
definido en Romanos 7:3., lo cual excluye categóricamente darle a porneia el significado de
adulterio porque si Jesús que distinguía ambos términos, hubiese querido señalar el adulterio,
habría utilizado la palabra correcta y dicho “salvo por causa de adulterio”. Por otro lado esto
8
concuerda con las reglas de la lingüística y de la economía del lenguaje, ya que cuando nos
expresamos utilizamos los términos específicos y técnicos correspondientes.

JESÚS RESTABLECIO LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO

Una tercera consideración es que Jesús restableció el matrimonio a su dignidad primitiva,
insistiendo en la indisolubilidad del vínculo matrimonial, promulgada por el creador al principio de
la historia humana, al declarar:: “Por tanto, lo que Dios junto, no lo separe el hombre” Mateo 19:6,
Marcos 10:9.
La expresión “ningún hombre lo separe” se refiere particularmente a Moisés, anulando la
posibilidad del divorcio por él autorizada; ya que la afirmación contundente de Jesús fue expresada
en respuesta a la pregunta de los fariseos ¿ Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio y
repudiar?.
Esta no es una aseveración caprichosa, sino una posibilidad de exégesis de los pasajes de Mateo
19: 1-12 y Marcos 10:1-12 que procuraré esbozar a continuación.
Ambos pasajes presentan una diferencia de redacción que es necesario resaltar. En Mateo Jesús
rechaza el divorcio, basándose en la Ley de Institución del Matrimonio ( Génesis 2:24); y son los
adversarios los que apelan a la ley de Moisés, como objeción al principio establecido por Jesús,
puesto que esa ley autorizaba el divorcio.
Según Marcos, al contrario, Jesús es quien empieza apelando a la ley de Moisés y como ella
aparece favorable a los fariseos, Jesús explica su motivo, la “dureza del corazón” para finalmente
restablecer la ley creacional. Lo que deseamos resaltar es que el fondo de la enseñanza es el
mismo: “Jesús rechaza el divorcio, recordando el designio primitivo de Dios, quién creó un
hombre y una mujer para que para que fuesen hechos un solo ser en una unión indisoluble”.
En estos pasajes Jesús establece que el marco de referencia para resolver y considerar los
problemas matrimoniales es la Ley Creacional de Génesis 2:24 y desautoriza absolutamente las
opiniones humanas, incluyendo las de Moisés. Por lo tanto los argumentos divorcistas, basados
en la carta de repudio, deben ser dejados de lado en el estudio de la problemática, lo mismo
ocurre con las opiniones humanistas contemporáneas.
Como un aporte más hago referencia a que el Apóstol Pablo, cuando se refiere al matrimonio en
la epístola a los Efesios, concuerda con la enseñanza de Jesús, ya que coloca en la base de su
argumentación la Ley Creacional (Efesios 5:30-32). Es lógico pensar que todos los consejos del
apóstol tienen el marco de la ley creacional del matrimonio especialmente los pasajes de
Romanos 7: 1-3, 1 Corintios 7:10-11 y 7:39 donde prohibe terminantemente el divorcio y
recasamiento.

EL MATRIMONIO ES SIMBOLO DE LA UNION MISTICA DE CRISTO CON LA IGLESIA .

El apóstol Pablo revela en Efesios 5:32, que el matrimonio reproduce la perfecta unión de Cristo
y su Iglesia y debe ser indisoluble como su prototipo.
Pablo lo expresa como un gran misterio, una verdad profunda que no podía ser descubierta por
la sabiduría humana y que no es otra que el significado místico del matrimonio como símbolo de la
unión de Cristo con la Iglesia.
9
Jamieson, Fausset y Brown dicen en sus comentarios sobre Efesios 5:31, pagina 489 :
“La propagación de la Iglesia de parte de Cristo, como la Eva de Adán, es el fundamento de la
unión espiritual entre Cristo y la Iglesia. El matrimonio natural, cuando deja el hombre a su padre ya
su madre, y se allega a su mujer, no es la cosa principal indicada aquí, sino el matrimonio espiritual,
representado por aquél y sobre el cual se apoya, que tuvo efecto cuando Cristo dejó el seno del
Padre para tomar para sí la iglesia de entre un mundo perdido; el V. 32 prueba esto. A su madre
terrenal como tal, él la tiene en consideración secundaria como comparada con su esposa espiritual
(Lucas2: 48-49; 8:19-21; 11: 27-28). Y nuevamente dejará la morada del Padre para completar la
unión (Mateo 25: 1-10, Apocalipsis 19:7). Y serán dos en una carne. En el matrimonio natural, el
esposo y la esposa combinan los elementos del ser humano perfecto; siendo el uno incompleto sin
la otra. Así Cristo, Dios hombre se complace en hacer de la iglesia, el cuerpo, un adjunto necesario a
él, , quien es la cabeza. Él es el arquetipo de la Iglesia, de quién y según quién, como modelo ella es
formada. Él es su cabeza , así como el esposo es cabeza de la esposa (Romanos 6:5; 1 Corintios 11:3;
15:45). Cristo nunca permitirá que poder alguno le separe a él de su esposa, pues están unidos
indisolublemente (Mateo 19:6; Juan; Juan 10: 28-29; 13:1). Este misterio grande es”.
Un símbolo posee la sacralidad, la esencia, la santidad, alcance y durabilidad de lo que
representa. Así como nadie podría concebir a Cristo repudiando a su Iglesia, en el matrimonio
natural ello tampoco es posible, porque mancharía la santidad de aquello que simboliza. Pablo
revela en Efesios capítulo 5 el misterio de la Ley Creacional, el significado espiritual del matrimonio
y su razón de ser: “ representar la unión mística de Cristo con la Iglesia”.
El Antiguo Testamento, ejemplifica una relación similar entre Jehová e Israel, claramente
expresada por el Libro de Oseas. La vida del profeta se convirtió en el mensaje. Dice al respecto la
Biblia de estudio Plenitud: “Oseas se casaría con una mujer impura (una mujer fornicaria), la amaría
de verdad y tendría hijos con ella, e iría tras ella y la haría regresar cuando se extraviara. En suma ,
Oseas debía mostrar, a través de su amor por Gomer, la clase de amor que Dios sentía por Israel”
página 1056.
En la aplicación de esta afirmación dice: “Dios es el único ejemplo perfecto de amor. Cuando
Dios contrae matrimonio con su pueblo, hace votos de fidelidad, ofrece una relación ordenada, un
trato justo, amor verdadero, ternura, seguridad y continúa revelándose a si mismo( 2:19-20) “
En casos de adulterio el cónyuge inocente debería seguir el ejemplo del Señor, tal cual lo
ejemplifica Oseas y si no es posible la reconciliación; quedarse sin casar, hacerse eunuco por
causa del Reino de los cielos en una ofrenda y martirio viviente, a fin de sostener la Ley Moral y
honrar el significado místico del matrimonio.

BIBLIOGRAFIA

Historia de la iglesia- Harry Boer, Editorial Logoi.
Diccionario de la historia de la iglesia- Wilton Nelson, editor general- Editorial Caribe
Historia Eclesiástica- Eusebio de Cesarea-Editorial Clie.
Historia del cristianismo- Kenneth Scott Latourette- Casa Bautista de Publicaciones.
Comentario exegético y explicativo de la Biblia- Jamieson, Fausset, Brown- Casa bautista de
Publicaciones.
Comentario sobre el Nuevo Testamento. Bonnet y Schoeder- Editorial evangélica Bautista.
Comentario sobre el evangelio según Mateo – Broadus- Hale.. Casa bautista de Publicaciones.
Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento -W. E. Vine- Clie.
Normas de interpretación bíblica – E. P. Barrows – Clie.
Principios de interpretación bíblica – Luis Berkhof – Clie.
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Claves de interpretación bíblica – Tomás de la Fuente – Casa bautista de publicaciones.
Sagrada Biblia – Versión de Mons. Juan Straubinger – Edición Barsa
Diccionario Católico, Sagrada Biblia - Edición Barsa.
La Biblia de Estudio, Dios Habla Hoy – Sociedades bíblicas unidas.
Biblia Plenitud – Editorial Caribe.

EL DIVORCIO


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EL DIVORCIO

INTRODUCCIÓN.

El divorcio es un tema complejo y controversial. La polémica que suscita se debe mayormente
a que toca las emociones de las personas a un nivel profundo, tan profundo que se puede
decir que pocas desdichas hay más grandes que la de un matrimonio desgraciado. Sin
embargo, al acercarnos a este asunto, como a cualquiera relacionado con la moral y la doctrina,
no es el corazón el que debe orientarnos, ni nuestro a menudo engañoso parecer, sino la
infalible Palabra de Dios. Porque en esto, como en todo, no es nuestra voluntad la que cuenta,
sino la del Creador, revelada en su Palabra.
La enseñanza bíblica golpea en el rostro a los convencionalismos modernos. Hoy en día el
matrimonio y el divorcio son asuntos escandalosamente triviales. Aun en la esfera del
cristianismo profesante los patrones de moralidad matrimonial a menudo están determinados
por las conveniencias, y no por la Palabra de Dios. Lo cierto es que este patrón contrario a la
Escritura está prevaleciendo en toda nuestra cultura.
El propósito de Dios en cuanto al matrimonio es que un hombre y una mujer hallen dentro de él
una hermosa relación en todos los campos (espiritual, afectivo, sexual...). Esta intención original
de Dios quedó frustrada al caer la humanidad en el pecado, lo cual provocó un nefasto
resultado en el ámbito del matrimonio, que es evidente en el día de hoy. La historia de Israel se
hace eco de los trastornos que afectaron su vida matrimonial cuando decidieron asumir las
prácticas degradantes de sus impíos vecinos: poligamia, concubinato, prostitución, repudio,
etc. Y no es de extrañar que eso fuese moneda corriente, toda vez que aquellos pueblos
paganos aplicaban normas dictadas sin el temor de Dios. Según estaba establecido el divorcio
divorciarse a capricho, siendo siempre él quien podía tomar la iniciativa; nunca la mujer. El
matrimonio no tenía allí nada de sagrado ni de perpetuo; más bien da la impresión de que fuera
un contrato secular, sin implicaciones morales o religiosas que comprometieran a los
contrayentes. En nuestra sociedad la situación tiende cada vez más a asemejarse a aquélla, a
juzgar por los índices de fracasos matrimoniales, separaciones y divorcios en todo el mundo
occidental. Es un asunto que nos toca muy de cerca.
Comenzaremos, pues, a examinarlo yendo, por supuesto, a la Escritura. Comentaremos
primeramente la enseñanza dada por el Señor Jesús en dos pasajes que la engloban: Mateo

MATEO 5: 2732.

En el repaso que hace el Señor Jesús de la Ley en el Sermón de la Montaña, llega aquí al "No
cometerás adulterio". La institución de este séptimo mandamiento tenía la intención, entre
otras cosas, de proteger la vida matrimonial y familiar, nexos fundamentales de la vida humana
en la tierra y garantía de su continuidad. Cualquier relación ilícita atenta contra ellas muy
gravemente, según el criterio divino expresado en su Ley. Pero aquí el Señor Jesús va más allá y
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aclara que, no sólo un adulterio consumado, sino un simple movimiento impuro del corazón,
tiende a destruirlas. Fijémonos: Un solo pensamiento lascivo constituye una agresión contra el
valioso vínculo del matrimonio. A nadie se le escapa, entonces, cuán fácil es dañar la relación
con la esposa o el esposo, y cuán cauto se ha de ser si no se quiere caer en ello. He aquí, pues,
el punto de partida de nuestro comentario: El matrimonio es un proyecto divino de muchísimo
valor, pero en extremo vulnerable.
El contexto social en que el Señor enseñó acerca del divorcio no era muy halagüeño para las
mujeres. Eran consideradas como seres inferiores al varón, creadas meramente para el servicio
del hombre, hasta tal punto que una de las oraciones litúrgicas pronunciada por los varones
judíos en las sinagogas rezaba así: "Bendito sea el Dios de Israel, que no me hizo mujer". Esta
situación facilitaba al varón el divorciarse caprichosamente de su esposa, con la degradación
que esto suponía para ella. La enseñanza en blanco y negro del Maestro echa por tierra esta
concepción y esta práctica de los hombres de su tiempo, porque condena la ligereza con que
ellos abordaban el asunto y expresa claramente la voluntad de Dios.
Del pasaje de Mateo 5 extraemos una conclusión clara, y es que el Señor Jesús permite el
divorcio sólo por una razón: la fornicación, es decir, la relación sexual ilícita. Partimos de la
base de que la unión sexual compromete de forma ineludible a toda persona, ya se realice
dentro del matrimonio o fuera de él (1 Cor 6:16). Lo que el Señor está enseñando es que la
persona disuelve su matrimonio al crear una unión sexual con alguien que no es su cónyuge
legítimo. Por lo tanto, en este caso, el decreto del divorcio simplemente se limita a reflejar el
hecho de que el matrimonio ya ha sido quebrantado.
El Señor sigue diciendo que el que repudia a su mujer por cualquier causa hace pecar de
adulterio tanto a ella como al que a ella se une. El que se divorcia por causa de fornicación, sin
embargo, no hace adulterar a su mujer, porque ella ya ha adulterado. En tal supuesto, no es él
el causante del pecado, sino ella.
Cabe preguntarse por la parte inocente, por lo que debería o no hacer en el caso de que esto
último sucediera. En esta ocasión no dijo nada el Señor acerca de esto, pero veremos más
adelante que Pablo trata el asunto en 1 Cor 7:1011.
El Señor Jesús permitió, por tanto, el divorcio en un solo supuesto: por causa de adulterio. Pero
tengamos en cuenta que el Señor no estaba dando un mandamiento, sino un permiso. No dicta
una norma, sino que hace una salvedad. No exige; tolera. Digamos, para concluir, que el Señor
previene a sus discípulos contra cualquier asomo de liviandad en lo que se refiere a los votos
matrimoniales, independientemente de cuál sea la legislación de su país sobre el particular.

MATEO 19:112.

Pasamos a la segunda ocasión que los evangelistas recogen en que el Señor enseñó acerca del
tema que nos ocupa. Comentamos, por cierto, el texto de Mateo por considerar que es más
completo que el paralelo de Marcos, y, obviamente, que el de Lucas. Y le dedicaremos más
atención que a ninguna otra referencia bíblica por ser, con mucho, el texto más enjundioso
acerca de este asunto.
He aquí la escena: Los fariseos vienen a tentar al Señor Jesús, y para ello le presentan un
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comprometido dilema, con el fin de provocar en el pueblo una actitud de rechazo hacia Él.
Cualquier respuesta que diese pensaban
los fariseosle
iba a desacreditar o a ponerle en
aprietos.
Entre sus oyentes había dos corrientes de opinión acerca del asunto representadas por dos
escuelas: la de Shammai y la de Hillel. Por un lado, los seguidores de la escuela de Shammai
permitían el divorcio basado sólo en la infidelidad conyugal. Creían que el matrimonio se
constituía en el cielo, así que no era un compromiso que pudiera romperse por causas de
importancia menor. Su postura era, por lo tanto, más ortodoxa. Por su parte, los seguidores de
Hillel creían que una ley de divorcio rígida iría en detrimento de una vida familiar pacífica, y se
oponían a toda clase de restricciones en la consideración de las causas de divorcio. Su punto de
vista permitía la disolución voluntaria del matrimonio. Unos y otros estaban preocupados, más
que nada, por las causas de divorcio; en cambio el Señor Jesús centraba su atención en la
institución del matrimonio.
Antes de dar la respuesta, el Señor Jesús les muestra que el énfasis sobre el divorcio que yace
bajo la pregunta es ya en sí incorrecto. "¿No habéis leído...?" (v.4). Tenían una visión muy
parcial e interesada del tema, como si nunca hubieran leído el comienzo mismo de la Escritura:
"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (...).
Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Gen
1:27 y 2:24).
El Señor Jesús llevó a los fariseos a Génesis 1, donde se relata la creación del hombre como
varón y hembra, y a Génesis 2, donde se establece la institución del matrimonio, por la que un
hombre deja a sus padres y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne. Es
importante notar cómo esta definición bíblica implica que el matrimonio es una relación que
implica exclusividad ("el hombre... su mujer") y permanencia ("se adherirá, se unirá a su
mujer", para ser de ahí en adelante "una sola carne"). El Señor elige estos dos aspectos del
matrimonio para enfatizarlos en los comentarios que hace inmediatamente; diciendo primero:
"Así que no son ya más dos, sino una sola carne", y luego: "Por tanto, lo que Dios juntó no lo
separe el hombre". Así, en la exposición que el Señor hace de los orígenes del matrimonio,
observamos que éste es una institución divina mediante la cual Dios hace una sola carne,
permanentemente, de dos personas varón
y hembra que
resuelta y públicamente deciden
dejar a sus padres para formar una nueva unidad de la sociedad y para construir una relación
íntima y duradera.
Consideremos algunas enseñanzas más sobre la respuesta del Señor a los fariseos: "Al principio
varón y hembra los hizo" (v.4). Parece ser que del resto de las criaturas Dios hizo muchas
parejas en el principio, pero del hombre hizo una sola. De aquí extrae Cristo un argumento
contra el divorcio. Nuestro primer padre, Adán, quedó confinado a una sola esposa y, si la
hubiese repudiado, no habría habido otra con quien casarse, lo cual implicaba claramente que
el vínculo del matrimonio, en un principio, no se podía disolver. El divorcio, por tanto, es
contrario al plan de Dios respecto al matrimonio. "Al principio, no fue así". Dios hizo un diseño
perfecto con miras a la unión matrimonial cuando creó al hombre y, a partir de él, a la mujer.
Dios creó a Adán en todos sus aspectos, no como si fuera a ser el único humano sobre la tierra,
sino con vistas a que se uniera íntimamente a la que sería creada como su complemento: Eva.
Por tanto, Dios, después de formar a la mujer del hombre, se la entregó como parte de sí
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mismo para que fueran uno. Así reconoció Adán a Eva como parte viviente de sí mismo (Gen
2:23). Por consiguiente, fueron hechos el uno para el otro, en un acoplamiento ideal, según el
propósito del Creador. De ahí las palabras del Señor Jesús: "Lo que Dios juntó no lo separe el
hombre", dando a entender que es pecado disolver el matrimonio, que es de diseño divino.
Nótese, además, que dice "lo que", y no "los que".
En este pasaje la institución del matrimonio se expresa más bien como una "ordenanza" que
como una descripción de lo que generalmente ocurre. No quiere eso decir que los que no se
casan estén desobedeciendo un mandamiento divino. Es simplemente la forma en que el Señor
describe cuál ha de ser el camino a seguir por aquéllos que opten por casarse: Dejar a sus
padres y unirse con un lazo íntimo y perpetuo que los haga ser uno solo.
Alguien contó el caso real de una hermana que, habiendo sido abandonada por su esposo, lo
esperó cada día a la hora de cenar, orando durante más de veinte años para que volviese.
Después de ese tiempo un día el marido volvió. Ahora cabe preguntarse: Si un pastor
evangélico la hubiera vuelto a casar con otro hombre en ese intervalo de espera, ¿no habría
separado lo que Dios había unido? ¿No habría atentado contra lo establecido por Dios? Y esa
hermana, ¿no se habría visto privada del galardón de la obediencia?
Pasemos ahora a considerar la réplica de los fariseos a las palabras del Maestro. Si habíamos
visto que el Señor presentaba el matrimonio como una ordenanza, o mejor entendido, como
una institución, los fariseos ahora llaman "mandamiento" a la cláusula acerca del divorcio que
Moisés dejó registrada en la Ley. El Señor Jesús, en cambio, la llama "concesión", y la atribuye a
la dureza de los corazones de los israelitas. Los fariseos se habían acostumbrado tanto a hablar
del divorcio que descuidaban la ordenanza divina del matrimonio. Estaban más interesados en
la concesión que en la institución. Y hay que aclarar, respecto a la concesión, que Moisés no
fue el inventor del divorcio, sino que estableció las normas para reglamentar una práctica que
ya existía (Lv 21:7; Nm 30:9). Fue, por tanto, una medida tendente a proteger el matrimonio de
los peligros que atentaban contra él.
Una lectura cuidadosa de Deuteronomio 24:14
revela que esta norma no era un mandamiento.
Todo el párrafo depende de una serie de cláusulas condicionales, como se observa en la
siguiente paráfrasis del texto:
"Después que un hombre se ha casado con una mujer, si halla alguna cosa indecente en ella, y si
le da carta de divorcio y se divorcia de ella, y si ella se casa de nuevo, y si su segundo esposo le
da carta de divorcio y la despide, o si su segundo esposo muere, entonces no podrá su primer
marido que la despidió volverla a tomar para que sea su mujer". (Compárense distintas versiones,
como "Biblia de Jerusalén", "Reina Valera"...).
El énfasis del pasaje consiste en prohibir a la parte que ha decidido divorciarse que se vuelva a
casar con la parte repudiada, de donde podemos deducir que esta norma tendría la intención
de advertir al marido contra una decisión impulsiva y precipitada, porque, una vez tomada, no
sería posible echarse atrás. También tendría la necesaria función de proteger a la esposa contra
el abuso caprichoso del marido.
Es importante observar que la prohibición de volverse a unir a la esposa repudiada es el único
mandamiento que se da en todo el pasaje. No existe, en realidad, ningún mandamiento que
ordene al esposo divorciarse de su mujer; ni siquiera un estímulo para hacerlo. Todo lo que hay,
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en cambio, es una referencia a ciertos procedimientos que habría que seguir en el caso de que
se llegasen a dar las condiciones que motivaran un divorcio. Por tanto, lo que implica a lo sumo
es una concesión tímida que tolera y limita una práctica que era corriente, pero contraria a la
voluntad original de Dios.
Además de la limitación que suponía la prohibición expresa de volver a tomar a la mujer
despedida, hay otra que es de gran importancia: Para que un hombre pudiese legalmente
divorciarse de su mujer necesitaba haber hallado en ella alguna cosa vergonzosa. Se necesitaba,
por tanto, alguna causa; no se podía dar carta de repudio simplemente por capricho, porque le
dejara de gustar su mujer, o porque alguna otra le agradara más. Además se le ordenaba que el
comunicado de repudio se diera por escrito, puesto que las palabras pueden proferirse
precipitadamente en un momento de ira, y esa no era precisamente una decisión baladí. Por el
mismo motivo, el documento tenía que ser público.
El Señor Jesús declara en su respuesta a los fariseos que esta norma fue establecida por causa
de "la dureza de sus corazones", a fin de que los hombres no se acostumbraran a tratar a la
mujer como un objeto que pasa de mano en mano, sino como una persona con toda la dignidad
que le corresponde. No habían de ser como los egipcios, que mantenían la abominable
costumbre de intercambiarse las esposas con la mayor naturalidad. Así que, de no haber sido
los israelitas duros de corazón, nunca habría sido necesaria esa concesión que Moisés les hizo, y
la única referencia habría seguido siendo Génesis 2: El propósito primero de Dios, las cosas tal
como fueron "en el principio".
"No fue así desde el principio", dice el Señor. Y notemos que usa el presente perfecto activo
para enfatizar la permanencia del ideal divino. La ordenanza original nunca ha sido abrogada ni
substituida, sino que sigue en vigor, de modo que la concesión es, en principio, inconsistente
con la institución divina. Esto es evidente en otros pasajes del Antiguo Testamento, donde Dios
dice aborrecer el repudio y califica al divorcio de "iniquidad y deslealtad" (Mal. 2:16) a pesar de
las disposiciones que lo permitían por la dureza del corazón del pueblo. Porque no es causa de
bienes, sino de males.
Después de estas importantes consideraciones previas, el Señor contesta sin ambages a la
pregunta de los fariseos del v.3: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?".
Tenemos su respuesta en el v.9: No es lícito, salvo por causa de fornicación. Nuevamente, igual
que en Mateo 5, aquí el Señor permite el divorcio sólo por causa de infidelidad conyugal, de
fornicación. Bajo la ley mosaica el adulterio se castigaba con la muerte, si bien parece ser que la
pena capital por esta ofensa había caído en desuso en la época del Señor Jesús. De todos
modos, siendo tan grave el veredicto de Dios sobre tal pecado, nadie pondría en duda que la
infidelidad conyugal fuese causa justa de divorcio. Hay quien ha pretendido diferenciar entre
fornicación y adulterio para dar una interpretación a este pasaje, pero en el original, fornicación
(porneia) es una palabra amplia que incluye adulterio, fornicación o vicio anormal. El adulterio,
por tanto, queda incluido en ese término genérico.
Es de suponer que, en aquel entonces, dentro del pueblo de Israel, un divorcio conduciría
generalmente a un nuevo matrimonio de los divorciados con cónyuges distintos. Sin embargo,
es importante notar que eso no formaba parte de lo que, en aquella ocasión, los fariseos
preguntaban al Señor. Así que tampoco el Señor responde a ello, puesto que no menciona si
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sería lícito o no volverse a casar tras haberse divorciado por causa de fornicación. Lo que sí
deja claro el Maestro es que en cualquier otra circunstancia, casarse de nuevo tras haberse
divorciado sería vivir en adulterio, y no en matrimonio (v.9). ¿Qué pensar, entonces, de esa
excepción que el Señor hace: "Salvo por causa de fornicación"? ¿Sería lícito volverse a casar con
una persona distinta, habiéndose divorciado del cónyuge primero por haber hallado en él
infidelidad marital? El Señor no da aquí respuesta, pero la dará más adelante, cuando, por
inspiración, revelará al apóstol Pablo su voluntad para los suyos en cuanto al matrimonio. Lo
veremos enseguida, al comentar el texto de 1 Corintios.
Para terminar el comentario de este pasaje, fijémonos en los versículos 10 y 11. Los discípulos
están ya en casa con el Maestro. En la cuestión que le plantean no niegan lo que Jesús ha dicho,
pero revelan que están luchando con una dificultad, seguramente influenciados por las ideas
liberales de la época. Las declaraciones del Señor acerca del matrimonio les sorprenden. El
matrimonio, según lo ha expuesto el Señor, es una institución divina de la más alta significación
para el hombre, que debe permanecer inviolable una vez que se ha establecido. Bajo esa
perspectiva, el cumplimiento de las responsabilidades matrimoniales se presenta difícil, y la
alternativa que se les ocurre es que "no conviene casarse". Pero el Señor contesta que, para
permanecer célibe, se requiere gracia, porque no todos son capaces de asumir esa posición.
Pero ese es otro tema. Así que, volviendo a lo que venimos tratando, pasamos a comentar el
último texto que echa luz sobre el asunto del divorcio, esta vez no en boca del Señor Jesús, sino
en la pluma de un apóstol inspirado: Pablo.

1 CORINTIOS 7:140.

Centraremos particularmente nuestra atención en los versículos 10 al 16. Ya al empezar el
versículo 10 nos topamos con unas expresiones un tanto chocantes si no se entiende su
sentido. Cuando Pablo dice: "Mando, no yo, sino el Señor" (v.10) y "Y a los demás yo digo, no el
Señor" (v.12), indica, sencillamente, que en el primer caso el Maestro ya había abundado en la
enseñanza sobre el matrimonio, de tal forma que Pablo se limita a enseñar basándose en lo que
ya había dicho el Señor. Sin embargo, en el segundo caso, el apóstol se refiere a una situación
completamente nueva que el Señor no había tratado: los matrimonios mixtos entre creyentes
e inconversos. En esta ocasión, pues, tiene que adelantar nueva enseñanza, igualmente
inspirada y válida, como "toda la Escritura" (2 Tim. 3:16).
Es importante señalar que 1 Corintios 7:1011
hace referencia a Mateo 5: 3132;
19: 112
y
paralelos, donde el Señor había tratado los mismos temas que Pablo aquí, según hemos
considerado anteriormente. Cuando escuchamos la expresión del apóstol: "Que la mujer no se
separe del marido", recordamos las palabras del Señor: "Lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre". Y, como el Señor en Mateo 19, también aquí Pablo admite una posibilidad de
divorcio: "Si se separa...", que correspondería con la única causa de divorcio que el Señor
contemplaba: "Por causa de fornicación". Teniendo, entonces, evidencia de la relación entre
este pasaje de 1 Corintios y los que anteriormente hemos estudiado en los evangelios, es
importante considerar que Pablo aquí arroja nueva luz sobre la cuestión del nuevo matrimonio
de la parte inocente, aquélla que no ha incurrido en fornicación. Pablo manda categóricamente
que se quede sin casar o que se reconcilie con su cónyuge. He aquí la respuesta a la cuestión
que nos planteábamos en el apartado anterior: ¿Sería lícito un segundo matrimonio después de
un divorcio por causa de fornicación? La respuesta es inequívoca: no. Y es así a pesar de la
norma que Moisés dictó como concesión a un pueblo duro de cerviz y de corazón. En
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consecuencia, creemos más apropiado resolver la situación de los que se han divorciado
aplicando los principios expuestos en el Nuevo Testamento, que no aquel recurso ad hoc, que
tuvo origen en la dureza del corazón del pueblo de Israel, y que no se ajustaba a lo que fue, en
un principio, el propósito divino.
Conviene dejar dicho que la enseñanza de los versículos 1011
no expresa la voluntad de Dios
únicamente para los matrimonios creyentes. Debemos recordar que los pasajes de los
evangelios a los que aquí se hace referencia recogen la enseñanza del Señor acerca del
matrimonio dada a los fariseos inconversos. No podemos pensar que Dios considere indivisibles
los matrimonios entre creyentes, y no piense igual de los que están formados por inconversos.
Aun así, ése no será asunto de los de su casa entretanto no se conviertan a Él.
"Y a los demás" (v.12) se refiere a los matrimonios mixtos, integrados por un cónyuge creyente
y uno que no lo es. Pablo tuvo que aplicar los principios básicos de las enseñanzas de Cristo a
esta nueva situación, y expresó aquí la revelación de Dios sobre este particular. Si la parte
incrédula consiente en quedar con la parte creyente, ésta no ha de deshacer el hogar. Pero si el
inconverso no quiere seguir unido en matrimonio y se separa, el cónyuge fiel sólo puede asumir
la nueva situación, de la que no es responsable, y poner fe en el Señor.
En cuanto a lo que se ha dado en llamar el "privilegio paulino", según el cual al creyente que es
abandonado por su cónyuge inconverso se le permite volverse a casar, no tiene cabida aquí,
precisamente por lo que Pablo mismo acaba de decir: Que los que están unidos en matrimonio
no se separen; y si se separan, que se queden sin casar.
Para terminar, consideremos la cláusula que dice: "O reconcíliese con su marido" (v.11). El
contexto amplio de toda la Biblia, y del Sermón del Monte en particular, proclama un evangelio
de reconciliación. ¿No adquiere gran significado que el Amante Divino estuviera deseando
reconquistar aun a su esposa adúltera, que, bajo la figura del matrimonio, representa a
Israel? Dios mostró el camino del perdón y la reconciliación de una manera patente en el caso
del profeta Oseas, cuando le mandó casarse con una ramera y después rescatarla, luego que
ella se vendiera a sí misma a otro hombre (Os. 13).
Es la misma forma en que Dios perdonó a
Israel. "Dicen: si alguno dejare a su mujer, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre,
¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo amancillada? Tú, pues, has fornicado con
muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí!, dice Jehová" (Jer 3:1). Y es también el espíritu y la
disposición que Dios quiere que haya en nuestros corazones, aun cuando la ofensa pueda ser
tan grave como la infidelidad conyugal. De ahí que el corazón de Dios añada esa cláusula: "O
reconcíliese con su marido". Lo que quiere decir que, aun en el peor de los casos (el único en
que sería lícito divorciarse), cabe el recurso del perdón y la reconciliación.

CONSIDERACIÓN FINAL.

A la hora de decidir en asunto de tal relevancia, ¿habríamos de guiarnos por lo que fue
tolerado a un pueblo rebelde por la dureza de su corazón, o según el propósito original del
Santo Dios revelado claramente en la Escritura? ¿Será necesario que nos recuerden que
somos hijos de Dios, llamados a agradarle en todo? Col.
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EXTRAÍDO EN :
http://haciendodiscipulos.com.ar/escritos/familia/divorcio%20espana.pdf